Desde su nombramiento en 2013, el Papa Francisco ha sido una figura admirada por muchos y cuestionada por otros. Sin embargo, es innegable que pasará a la historia como un pontífice que buscó enmendar errores del pasado, impulsando profundas reformas en la Iglesia.
Su papado se ha caracterizado por priorizar la inclusión de los laicos en el gobierno eclesiástico, fomentar la transparencia financiera y promover la descentralización del poder en la curia romana.
También se enfrentó a sectores conservadores de la Iglesia, como el obispo Joseph E. Strickland y el cardenal Raymond Burke, críticos de sus posturas sobre temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el papel de la mujer en la Iglesia y la comunión para personas divorciadas vueltas a casar.
Visita del Papa Francisco a México
Considerado por muchos como una figura alejada del tradicionalismo, el Papa Francisco visitó México una vez durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, del 12 al 17 de febrero de 2016. Su recorrido dejó una huella profunda tanto en la Iglesia como en la sociedad mexicana.
Durante cinco días, Jorge Mario Bergoglio recorrió varias regiones del país y emitió fuertes mensajes, tanto a la jerarquía eclesiástica como a la clase política. Su visita incluyó la Ciudad de México, el Estado de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua, donde presidió una misa binacional en Ciudad Juárez, a pocos metros de la frontera con Estados Unidos.
En la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, se dirigió a obispos y sacerdotes con un llamado contundente: “Si tienen que pelear, peléense”. Al referirse a las divisiones internas de la Iglesia mexicana, añadió: “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”. Exhortó a construir una Iglesia transparente, alejada de las habladurías, intrigas y del materialismo trivial.
Durante su encuentro en Palacio Nacional con las autoridades mexicanas, el Papa abogó por una política auténticamente humana y pidió a los dirigentes trabajar para que todos los ciudadanos puedan ser protagonistas de su propio destino.
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Encuentro del Papa Francisco con pueblos originarios en Chiapas
En San Cristóbal de las Casas, Francisco ofreció una misa en lenguas indígenas, en un gesto de profunda empatía con los pueblos originarios. Reivindicó su sabiduría ancestral y lamentó la exclusión histórica que han sufrido. “Muchos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad”, expresó, y denunció que aún hay quienes desde el poder intentan silenciarlos. “Hoy reconocemos el valor de su cultura y su sabiduría”, afirmó.
Jóvenes en Morelia: esperanza frente a la violencia
En Michoacán, una región golpeada por el crimen organizado, el Papa se reunió con jóvenes, a quienes instó a no dejarse seducir por “los mercaderes de la muerte”. Conmovido, les dijo: “Ustedes son la riqueza de México, ustedes son el México del mañana”. Fue uno de los momentos más emotivos de la visita.
Papa Francisco en Ciudad Juárez: el muro y la migración
Una de las imágenes más poderosas de su pontificado ocurrió en Ciudad Juárez, donde celebró una misa junto al muro fronterizo entre México y Estados Unidos. Francisco oró por los migrantes, los desaparecidos y las víctimas del narcotráfico. Frente a miles de fieles, declaró: “Aquí, en esta frontera, se concentra el drama de tantas personas obligadas a emigrar por la pobreza y la violencia”.
Posturas frente a México desde el Vaticano
En 2016, el Papa se vio envuelto en un enfrentamiento verbal con el entonces candidato y posterior presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por su intención de construir un muro fronterizo. Francisco criticó la medida al considerarla contraria al espíritu cristiano: “Una persona que piensa en construir muros, y no en construir puentes, no es cristiana”. Trump respondió cuestionando la autoridad del Papa para juzgar su fe.
Desde el Vaticano, Francisco también denunció en diversas ocasiones la corrupción, la violencia y la falta de caridad por parte de algunos funcionarios mexicanos.

Sin lugar a dudas, el Papa Francisco ha sido uno de los pontífices más transgresores en la historia reciente de la Iglesia, según sus críticos. Para otros, es un renovador espiritual necesario, recordado como uno de los líderes que más ha hecho por las causas sociales y los más vulnerables.
Poco antes de su fallecimiento a unas horas de terminar Semana Santa, pronunció estas palabras:
“¡Cuánto desprecio se manifiesta a veces hacia los más débiles, los marginados, los migrantes! En este día, quisiera que volviéramos a tener esperanza y confianza en los demás, incluso en quienes no nos son cercanos o vienen de tierras lejanas, con costumbres, modos de vida, ideas y hábitos distintos a los nuestros. Porque todos somos hijos de Dios”.